Mikao Usui (1865-1926), natural de Japón, fue enterrado en Tokio y en lápida reza así: «Usui fue quien redescubrió el manejo de la energía universal». A su método de armonización natural, hoy en día se lo conoce como Reiki. Durante su juventud estudió Qi Gong, una serie de ejercicios cuyo objetivo es mejorar la salud entre los que se encuentran la meditación, técnicas de respiración, movimientos suaves, pausados y lentos y una concentración en el desarrollo y canalización de la energía vital (KI).
La historia de Usui ha sido transmitida oralmente de maestros a discípulos, permaneciendo siempre envuelta en el misterio. No obstante, la esencia ―que más bien hay que describir como una leyenda―, es conocida por haber sido transmitida de generación en generación.
Usui, en su etapa como sacerdote católico, escuchaba y leía a diario historias de cómo Jesús, mediante la imposición de manos, realizaba curaciones y milagros, y ayudaba a otras personas en sus habilidades metafísicas. Estas lecturas despertaban en él el deseo de conocer esas mismas habilidades curativas. Tras una discusión con un grupo de seminaristas sobre su creencia en la Biblia y los logros realizados por Cristo, Mikao se preguntaó por qué no se conocía la existencia de otras personas que, como Cristo, podían sanar con sus manos. Al no obtener respuesta, y de acuerdo con la tradición japonesa, se sintió ultrajado en su honra como profesor y rector. Ese mismo día dimitió de sus funciones y decidió ir en busca de las respuestas.
Tras una búsqueda exhaustiva en las antiguas escrituras, y sus viajes por Asia y Europa sin encontrar un método que esclareciera las dudas de su búsqueda, Mikao decide volver a Japón e iniciar un periodo de ayuno y meditación de veintiún días con el fin de purificarse, para recibir una visión que lo esclareciese. El ayuno y la meditación ampliaron las fronteras de su conciencia y, en la madrugada del vigésimo primer día, Mikao tuvo una visión en la que vislumbró una intensa luz blanca que se introdujo en el sexto chakra, proyectándolo fuera de su cuerpo y recibiendo además la comprensión de los conocidos símbolos sánscritos y la capacidad de activar ese poder en otras personas, rescatando así el método milenario de terapia mediante la imposición de manos.
A Usui aún le quedaba la realización de los primeros milagros del Reiki. Al tratar a varios pacientes con este nuevo conocimiento, se dio cuenta de que la sanación no era completa, pues le faltaba un componente importantísimo. Profundamente apenado, reconoció que en sus sanaciones había olvidado enseñar a sus pacientes gratitud. La importancia del intercambio de energía se hizo patente: las personas necesitaban
devolver aquello que habían recibido o la vida carecería de valor para ellos. Fue entonces cuando el Dr. Usui estableció los cinco principios del Reiki y decidió enseñar a quienes desearan conocer más. Enseñaba a sus discípulos cómo curarse a ellos mismos y les mostraba los principios del Reiki para ayudarles a alcanzar la armonía del cuerpo físico, emocional, mental y espiritual.
En conclusión, podemos entender que el Reiki es una técnica meditativa que canaliza la energía universal infinita en otro cuerpo a través del método de imposición de manos, con el fin de realizar una sanación energética y alcanzar el equilibrio físico, emocional, mental y espiritual. Pero lo más importante es que las personas que deciden recibir Reiki deben estar dispuestas también a dar. Es decir, querer cambiar.
Cada ser es responsable por su evolución; esta es La Ley del Libre Albedrío.